viernes, 31 de mayo de 2013

Alcuescar 2013

Resumir en un papel todo lo vivido en esos maravillosos 6 dias en la casa de la Misericordia de los esclavos de María y de los pobres resulta de gran complejidad y es que una carta es igual que una fotografia a primera vista son como las demás pero quien de verdad vive esta espectacular experiencia es sólo capaz de entenderla.
Cuando llegué a la casa de la Misericordia podría decir que las primeras horas fueron muy chocantes y por tanto sería mejor olvidarlas, pero si no fueran por estas horas previas antes de que de verdad comenzara la experiencia nada habría sido lo mismo porque recuerdo como si fuera ahora que aquella noche del dia 21 de abril me fui a la cama con la sensacion de: ¿que hago aqui?, a ver si llega el sábado rápido ... Hasta que de buenas a primeras se me paso por la cabeza que mi actitud era la de una de las personas  más egoísta del mundo ya que estas magníficas personas desean con ahínco que un grupo de jóvenes venga a alegrarles el día y a sacarlos de su rutina así que ya quedaba atrás las malas caras a los residentes como la pena o el asco. Poco a poco me iba sabiendo los nombres, con unos me encantaba hablar y con otros digamos que costaba un poco más, pasamos a los dias de las sorpresas algunos recordaban a familiares, otros no te explicabas que hacian allí hasta que de verdad te dabas cuenta, me daba cuenta de que daba todo y ese todo era nada al lado de lo que recibía, no era material pero esas cara de felicidad, esas sonrisas... no tienen  precio y es que el servicio engancha y las sonrisas son tu cura a tanto trabajo y que junto con la oración y el descanso son los pilares en los que se asientan el día a día por lo que sin uno de ellos una persona es incapaz de aguantar el duro día a día en Alcuéscar. Los residentes nos veían cercanos y no dudaban en acercarse para que les ayudaramos en algo que no podían  o que podían pero se las sabían todas los muy listos. 
Pese a los más y los menos de la casa algo que siempre hay en todas partes también me enseñaban que aquella era su casa y por eso la cuidaban, los demás residentes sus hermanos,  los esclavos de María y de los pobres sus padres y los voluntarios somos sus amigos... amigos para llevarle a Timoteo el carro de la ropa a la lavandería, amigos para jugar con Paco al ajedrez o que te dejara en evidencia de todo lo que sabía, amigos para darle ánimos absolutamente a todo el mundo en especial a aquellos que más lo necesitaban y no te preocupes que si algo sale mal y recibes una respuesta que te daña el corazón ahí esta la sonrisa de Antonio para darte fuerzas día si y día también, amigos para darles de comer, para llevarlos al parque, para que se autoinviten a un café y a dos donuts de chocolate, amigos para escuchar a Fidel o a Javi... amigos para lo que sea. Pero esta experiencia tambien me ha enseñado muchas mas cosas como  que recibir cada mañana una buena sonrisa como lo hacen los esclavos es más gratificante que la mayoría de las profesiones, que con todo no somos felicices y ellos con nada si lo son pero que además te hacen participes de esa felicidad aunque sea por unos días en nuestro caso, de los afortunados que somos por estar donde estamos y no lo valoramos, sólo cuando dejamos de tenerlo pero de lo que estoy seguro es de que esta experiencia esta tatuada con permanente en mayúsculas y con luces de colores en mi corazón como en la de muchos de mis compañeros, que gran labor a pequeña escala hemos hecho allí y que dosis extra de felicidad les hemos inyectado a nuestros amigos a través de los cuales veíamos a Jesús con momentos como comer churros, hacer una fiesta que seguro que lo recordarán y a pequeña escala porque los verdaderos héroes ELLOS y como no los esclavos de María y de los pobres a diario conviven con ellos. Simplemente cuantas gracias a esta congregación por mantener esta casa y aunque sean pocos se dice que lo bueno siempre viene en pequeñas cantidades, hogar para muchos que si no existiera dónde estarían..., que mantengan el alma de la casa firme y sepan seguir adelante en los momentos de dificultad. Mi cubo que llego vacío salió en el límite en el que cada gota de agua que esta dentro  es un momento vivido en esa casa, un rostro, una frase entre las que está volveré.

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